“La epidemia de COVID-19 tendrá un efecto desproporcionalmente más negativo para las mujeres” concluye un estudio hecho por investigadores de UCSD, Manaheim y Northwestern.
Primera línea.
Desde que inició su propagación en diciembre de 2019, el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, ha exhibido muchos campos de batalla. El evidente, son los hospitales, que mantienen un batallón principalmente conformado por enfermeras del sexo femenino. Mujeres como Jenny McGee, originaria de Nueva Zelandia, que fue reconocida por el Primer Ministro Boris Johnson por haber permanecido a su lado durante las 48 horas de su estancia en terapia intensiva cuando “la cosa pudo haberse inclinado hacia un lado o el otro”. En promedio, el 70% del personal de la salud es mujer.
Jefes de Estado.
Como reportó la colaboradora de Forbes, Avivah Wittenberg-Cox, siete jefas de estado han demostrado ser verdaderas líderes en esta epidemia, “mucho que aprender de estas mujeres.” Angela Merkel en Alemania, dirigiéndose a su pueblo con seriedad y veracidad es hoy uno de los países con los mejores números en Europa, ya por comenzar a liberar restricciones de confinamiento. Tsai Ing-wen en Taiwan, fue decisiva y rápida con medidas inmediatas que la han puesto como una de las mejores en el control de la epidemia con 6 muertos hasta hoy. Jacinda Arden de Nueva Zelandia impuso medidas de aislamiento cuando apenas habían 6 casos confirmados, maximizando el nivel de alerta que ha mantenido en 9 los decesos por coronavirus. Por su parte, Katrín Jakobsdóttir, Primer Ministra de Islandia, ofreció pruebas gratuitas a absolutamente toda su población, tiene solamente 8 casos fatales. En Finlandia, Sanna Marin, la jefa de estado más joven, aprovechó a los influenciadores de redes sociales para transmitir información por canales de comunicación cercanos a su población. Por su parte, Erna Solberg de Noruega y Mette Frederiksen de Dinamarca, evocaron su instinto materno y dirigieron mensajes oficiales a los niños de su país, evocando a su empatía en estos momentos.
En casa.
Importante reconocer que tras bambalinas hay millones de mujeres maestras dando clases remotas a sus alumnos, teniendo en casa sus propios niños que entretener. Mencionar a las cuidadoras de adultos mayores, cuya responsabilidad se ha acrecentado al estar al pendiente de ellos en un momento en que son aún más vulnerables y les es estrictamente prohibido salir. A todas ellas que viven en relaciones tóxicas y tratan de sobrellevar un encierro que ha atestiguando el dramático aumento en violencia doméstica en todo el mundo. A tantas mujeres ejecutivas que malabarean el ser mamá y esposa de tiempo completo, cocinando y haciendo las labores domésticas, con un trabajo a distancia que sigue manteniendo horarios fijos con juntas remotas, en un mercado laboral que se sostiene en alfileres. Todo esto, mientras tratan de conservar la armonía y sanidad mental en el hogar. Hablemos de la mujer maravilla, esa heroína multitasker que habita en cada hogar.
En el trabajo.
Un estudio realizado por el Instituto de Estudios Fiscales de Gran Bretaña encontró que las mujeres tienen 33% más trabajos en industrias mayormente impactadas por la pandemia; especialmente la de la hospitalidad. Más aún, la brecha en la remuneración ha hecho que las mujeres pierdan empleos, que de por sí eran de menores pagas. Aunado a que en promedio, las mujeres tienen más horas al día de labores sin paga, que los hombres.
La enfermedad.
Las estadísticas por género muestran una mayor cantidad de hombres víctimas fatales del virus en un porcentaje que varía de país en país; Nueva York ha reportado que tiene el doble de mortalidades masculinas que femeninas por COVID-19. La razón de esta tendencia es aún es hipotética; algunos investigadores Chinos lo explican por la mayor cantidad de receptores ACE2 en pulmones de hombres que permiten el ingreso de más virus al cuerpo, otros piensan que es por el estilo de vida masculino y las enfermedades pre condicionantes presentes en más varones que mujeres, algunos creen que es por la mejor respuesta inmune de quienes portamos dos cromosomas X. Un estudio hecho en un centro de investigación en China encontró que en el suero de pacientes que tuvieron la enfermedad grave de COVID-19; en las mujeres, la respuesta de anticuerpos era mucho mayor que en el suero de los hombres. Quizás esa X extra sea nuestro escudo protector.
En la salud.
La salud sexual de la mujer también se ha visto mermada. Los abortos, al ser considerados en algunos lugares como procedimientos no esenciales, han sido frenados. Además, las mujeres embarazadas están llevando su gestación con incertidumbre; los datos que arrojan los nacimientos durante la pandemia aún son inconclusos. Para algunas parejas es momento de replantear la planificación familiar al verse ante una crisis económica inminente.
En la investigación.
“Los científicos han encontrado diferencias de género en cada tejido y sistema del cuerpo humano” dice la autora Caroline Criado Perez, es por ello que es importante que las vacunas y tratamientos sean estudiados clasificando por separado los resultados para hombres y para mujeres. Las respuestas de cada sustancia, las variabilidad en la dosis, las reacciones adversas y la aplicación en diferentes etapas de la enfermedad, no es idéntica para hombres que para las mujeres. Los científicos deben segmentar sus análisis y sus conclusiones. Personalizarlos. Un estudio encontró que en Estados Unidos, entre 1998 y el año 2000, las mujeres participaron en solamente el 22% de las pruebas de protocolos clínicos, siendo que conforman a la mitad de la población. No es de sorprenderse entonces, que entre 1997 y 2001, la FDA retiró del mercado americano 8 de 10 medicamentos aprobados por causar “mayor riesgo en las mujeres que en los hombres.” Ante la vacuna que todos estamos esperando para prevenir la infección del nuevo coronavirus, Johnson & Johnson dijo que hará las pruebas clínicas en humanos considerando grupos por edades y también por sexo.
Sin duda, el caleidoscópico femenino del coronavirus es profundo y muy complejo. Los ejemplos que enumeré son sólo algunas aristas que seguramente desencaderán retos que esperemos se traduzcan en mejores políticas públicas. La asesora para asuntos de género de la ONU, Nahla Valji, comentó para The Guardian, “seguramente esta pandemia va a exacerbar las inequidades ya existentes para las mujeres”. Espero que esta situación catalice una transformación que finalmente termine con la brecha. Sería lo mejor.
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